Acerca de la lectura
de fuentes históricas
¿Cómo leer una fuente primaria?
El historiador como detective.
Al leer fuentes primarias, imagínate que eres un detective.
Los buenos historiadores incorporan a su trabajo las actitudes de curiosidad, distanciamiento, escepticismo y suspicacia del detective. Emplean las
habilidades detectivescas de observación,
interrogación, inferencia y conjetura.
Pero, sobre todo, despliegan la tenacidad de un detective: revisan la evidencia
muchas veces antes de formular una posible explicación. Como un detective, en
tu trabajo atravesarás tres etapas.
Primero buscarás
indicios. Tratarás de percibir “detalles informativos” ―esos minúsculos
hechos reveladores que están llenos de significados (por ejemplo, el estudiante
que al salir de un examen final tira al basurero todos sus libros, resúmenes y
apuntes).
En segundo lugar, interrogarás
a los testigos; esto es, analizarás y evaluarás toda la evidencia. Es un
estudio que obliga a multiplicar las preguntas: ¿quién?, ¿qué?, ¿cuándo?,
¿dónde?, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿y entonces qué? Son las buenas preguntas las
que hacen un buen historiador. Verás que aquellos detalles significativos te
motivan a formular preguntas que, a su vez, te conducen a nuevos detalles
informativos y, por consiguiente, a plantear más preguntas.
En tercer lugar, construirás
el “caso”. En otros términos, establecerás conexiones, esbozarás
conclusiones y formularás juicios.
A los historiadores les pasa lo que a los detectives: tienen
que elaborar las evidencias y el caso. La explicación no aparece por sí sola,
el historiador tiene que ser muy activo en su trabajo para producirla. Y, como
les ocurre frecuentemente a los detectives, también los historiadores deben
contentarse con explicaciones que son meramente plausibles, pero no son
seguras. El examen cruzado y comparativo de las fuentes primarias, para
discernir estructuras de sentido o significativas, es un recurso común a
historiadores y detectives.
He aquí algunas de las presuposiciones que emplean en su
tarea:
1 ― El mejor testigo es el más cercano al hecho. Las fuentes
primarias son preferibles a las secundarias.
2 ― Es necesario llevar a cabo cierto trabajo artesanal para
comprender al testigo: hay que prestar atención a las alusiones o referencias
incomunes.
3 ― Hay distintos tipos de testigos. Algunos documentos
fueron escritos con el propósito de que se hicieran públicos o inclusive
pensando en la posteridad. Suelen presentar un mensaje deliberadamente
articulado, dado que sus autores son consientes de su importancia y propósitos,
al menos de aquellos que se quiere hacer públicos.
Fuente: Departamento de Historia, Universidad de Puget Sound.
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